Mi amiga Ester llevaba una bufanda muy chula el otro día con un punto parecido a este, le dije que me gustaba mucho y me dijo: es muy facil es punto bobo todo el rato.
Me fuí a casa pensando que como nunca tejía, pues que ahí iba a quedar la cosa. Pero no, el destino me tenía una sorpresa guardada y yo la aproveché.
Tenía en el coche una cesta para hacer una escena lanera en el espectáculo de fin de trimestre, con una madeja de lana y cachemir muy chula comprada en la calle Cestería, unas agujas pequeñas pero muy gruesas de "La finestra" en Godella, y de repente un número de horas de espera mientras a mi padre le atendían en urgencias. Yo no tejo, porque no sé, claro. Pero en pro de la paz, decidí echarme al punto, y pasar esas horas como Penélope, para no discutir con los impertinentes de algunos empleados de la Seguridad Social. De esta manera, lana en mano, pude agradecerle a los que amablemente nos ayudaron a entender qué pasaba, y a pasar el tiempo con los que esperando estaban. Acabé llena de pelitos de cachemir, y mi padre en casa sintiéndose muy bien. ¿Qué más puedo pedir?
Este es el final feliz de mi ciencia de la paz.